Actualmente, se sabe que de producirse una guerra nuclear entre potencias militares de primer orden, la radiactividad contaminaría la totalidad del planeta, por varios siglos, afectando gravemente a la vida humana, animal y vegetal.
Los arsenales atómicos disponibles, podrían destruir varias veces la Tierra; por eso los que hablan de guerras nucleares, equiparándolas a las convencionales, demuestran un desconocimiento absoluto. Una conferencia dada por un ingeniero o físico nuclear y un médico militar especialista en catástrofes nucleares, resultaría muy didáctica para los estrategas de café (solo o con leche) que ante una crisis grave no podrían controlar sus esfínteres por el miedo que experimentarían.