En las telecomunicaciones, los secretos no existen

La red Echelon, fue desarrollada durante la época de la guerra fría con el objeto de interceptar las comunicaciones de la ex Unión Soviética y sus aliados, particularmente los países pertenecientes al Pacto de Varsovia.

Con la caída del muro de Berlín y, el colapso del comunismo por su inviabilidad intrínseca la formidable red de espionaje no dejó de permanecer activa, sino que ha seguido potenciándose proporcionalmente al avance de la informática.

A esta formidable comunidad de intercepción y decodificación, la integran Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda, estando en condiciones de rastrear tres mil millones de comunicaciones de toda índole al día, favoreciendo la lucha contra el terrorismo internacional y, según afirman sus críticos, efectuar espionaje industrial no con una finalidad preventiva sino económica. Diferentes supercomputadoras analizan cuidadosamente los datos obtenidos, poniendo énfasis en ciertas palabras, textos e incluso voces que pueden tener determinadas connotaciones, que según los investigadores sean de vital importancia para su labor.

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que en el campo de las comunicaciones a través de los medios electrónicos, prácticamente no existen secretos, al menos para los países que ejercen el control sobre este gigante, que según algunos dispondría de 120 estaciones fijas y satélites geoestacionarios, convirtiendo a las palomas mensajeras en el medio más seguro de contacto para quienes deseen enviar mensajes de texto con una privacidad casi absoluta.

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