La persona que opta por su propia destrucción padece graves trastornos de personalidad, en caso contrario, no trataría de negar la realidad con medios químicos y transitorios, que en un primer momento pueden producir una falsa sensación de bienestar, pero que cuando se diluye el efecto sobreviene una depresión que incita a una nueva dosis, en un dramático círculo vicioso que puede derivar en un paro cardiorrespiratorio o un ACV, con terribles secuelas (hemiplejía, ceguera, pérdida del habla o ingresar en un estado de coma que dure años).
Te gustaría padecer trastornos neurológicos propios de la 3° edad, tales como demencia senil, pérdida de memoria, cardiopatías, impotencia sexual, psicosis etc., antes de tener 40 años de edad??… a ese extremo te conduce la droga.